¿Qué son las 8 Ramas del Yoga?

«El yoga calma las fluctuaciones de la mente. Entonces uno permanece en su verdadera naturaleza»

– Patanjali –

Aunque para muchos el Yoga son solo posturas acrobáticas, el Yoga es un sistema holístico de bienestar, autoconocimiento y evolución personal que contiene una amplia gama de prácticas para la vida sobre meditación, higiene, alimentación, técnicas de respiración y posturas físicas, así como principios filosóficos y morales.

Una de las obras sánscritas más importante del Raja Yoga o Yoga clásico son los Yoga Sutras de Patanjali, que engloban una colección de 196 aforismos sobre la teoría y la práctica del yoga. Fueron compilados alrededor del 200 a. C. por el sabio Patánjali, quien sintetizó y organizó el conocimiento sobre el yoga a partir de tradiciones védicas mucho más antiguas.

Según el Yoga-Sutra, el camino yóguico comprende ocho extremidades o ramas (anga). Las primeras cinco se llaman ramas externas y son prácticas que pertenecen al camino de entrada del gran reino del Yoga:

  1. disciplina moral
  2. conducta personal
  3. posturas
  4. control de la respiración
  5.  inhibición sensorial

Las 3 ramas interiores son la concentración, la meditación y el éxtasis. Éstas las puedes practicar con éxito sólo después de lograr cierto grado de dominio en las otras cinco prácticas. La comprensión y aplicación progresiva y sucesiva de estos conceptos y prácticas son la base fundamental para aprovechar a plenitud la evolución del Ser a partir del camino yóguico:

  1. Yama («código moral»), consiste en cinco preceptos morales de restricción de acciones, palabras o pensamientos que puedan causar daño: la violencia, el robo, la mentira, la lujuria y la codicia.
  1. Niyama («conducta personal»), consiste en la práctica de una serie de disciplinas psicofísicas: purificación interior y exterior, alegría y satisfacción, auto-conocimiento, austeridad y contemplación.
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3. Asana («sentarse») describe la postura o posición corporal que se adopta durante los ejercicios espirituales. Ésta debe ser estable y agradable, fácil de mantener durante un tiempo prolongado. Patanjali solo describió posturas para sentarse a meditar, el resto de las asanas que conocemos hoy fueron evolucionando con el paso de los milenios.

4. Pranayama significa control y desarrollo de la respiración. La «retención» del aliento con los pulmones llenos o vacíos constituye un episodio importante de esta disciplina. Como afirma Patañjali: «el objetivo del pranayama es una suspensión lo más larga posible de la respiración, a lo cual se llega retardando progresivamente su ritmo»

5. Prátyáhára («alejarse de») consiste en la retracción de los sentidos, es decir, en la adquisición de una autonomía espiritual con relación a los estímulos externos. La finalidad del prátyáhára es evitar que la actividad sensorial sea acaparada por los objetos exteriores, es decir, realizar una especie de aislamiento sensorial. El practicante, a partir de ese momento, tendrá el poder total sobre sus músculos, sus nervios y sus órganos. Podrá comenzar su gran obra con ayuda de las técnicas psicológicas de concentración, de meditación y de contemplación que le llevarán a la conquista total de su espíritu y luego a la del conocimiento trascendente.

6. Dháraná («contención» o «concentración») consiste en la fijación de la atención sobre un objeto cualquiera, real o ficticio, exterior o interior. Patañjali define la concentración como «la fijación de la mente en un lugar» {Yoga-Sútra, III, 1). La actividad sensorial y el inconsciente introducen de un modo continuo en el campo de nuestra conciencia objetos, representaciones, que la invaden y dominan. La concentración sobre un solo objeto permitirá al meditador controlar progresivamente su actividad sensorial. Podría así llevar a cabo poco a poco no solamente un aislamiento sensorial sino controlar igualmente la memoria y poner en marcha energías subyacentes.

7. Dhyána («meditación»). Cuando el practicante consigue concentrar su atención sin esfuerzo durante un largo período de tiempo, sucede, espontáneamente, una importante transformación en la conciencia. Esta nueva cualidad se denomina dhyána («meditación»). Patañjali la define como «la continua fijeza del conocimiento sobre estos (lugares)» {Yoga-Sútra, III, 2).

8. Samádhi («fijación») es el resultado último y la culminación de todos los esfuerzos y técnicas espirituales del meditador. Cuando la mente «se absorbe» en el «objeto» en que se ha fijado, alcanza el samadhi, o fijación total del psiquismo en el objeto: «Cuando esta misma (meditación) asume como única forma la del objeto de meditación, quedando como privada de naturaleza propia, entonces se da el éxtasis» (Yoga-Sutra, III, 3). En la literatura yóguica hallamos diversas modalidades de fases de la concentración suprema: una se alcanza fijando la mente en un punto del espacio o en una idea (samádhi «con soporte»); otra en que la mente permanece aislada, sin reparar en ningún objeto (samádhi «sin soporte»), y que se considera superior al primero. Según Vivekananda, cuando llega a este estado supraconsciente, el practicante obtiene un conocimiento más allá del razonamiento, el conocimiento metafísico y trascendental; conoce la verdad última, y queda, pues, realmente iluminado.

Podemos decir que Los Yoga Sutras de Patanjali son un manual de realización espiritual. Es una lectura obligatoria para quien quiera adentrarse más en el camino del Yoga. A pesar de su antigüedad, es una lectura fácil, práctica y fascinante, cuyo conocimiento se mantiene vigente y aplicable hasta hoy.

En las próximas entradas vamos a ver cada una de estas ramas con mayor detalle y desde una perspectiva práctica.

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