«No te aflijas. Todo lo que pierdes viene de otra forma «
– Rumi –
La reencarnación es la creencia filosófica o religiosa de que la esencia no física de un ser vivo comienza una nueva vida en un cuerpo diferente después de la muerte biológica. Es un principio central de las religiones indias, el budismo, el jainismo, el sijismo y en la mayor parte del paganismo. Ocurre también como una creencia esotérica en muchas corrientes del judaísmo, así como en los pueblos indígenas de las Américas y Australia. Figuras históricas griegas como Pitágoras, Sócrates y Platón creían en este principio. Fue también característica del neoplatonismo, hermetismo, y gnosticismo de la era romana.
En la filosofía Vedanta todo el proceso cíclico de renacimiento es llamado samsara. Las acciones generadas por el deseo y el apetito unen el alma (Atman) a una serie de nacimientos y muertes. El deseo motiva cualquier interacción, lo que resulta en el intercambio mutuo del karma.
Karma significa acción y se refiere al principio espiritual de causa y efecto donde la intención y las acciones de un individuo (causa) influyen en su futuro (efecto). Las buenas intenciones y acciones contribuyen al buen karma y los renacimientos más felices, mientras que las malas intenciones y acciones contribuyen al mal karma, así como a los renacimientos en vidas poco favorables. El karma en el presente afecta nuestro futuro en la vida actual, así como la naturaleza y calidad de las vidas futuras. En términos de la física moderna, no es más que la Tercera Ley de Newton: «para cada acción existe una reacción igual y opuesta»
Un tema común a las teorías del karma es su principio de causalidad. Una de las primeras asociaciones del karma con la causalidad ocurre en el Brihadaranyaka Upanishad en el siglo VII a. C., en 4.4.5–6, dice:
Ahora que un individuo es como esto o como aquello,
según actúa y se comporta, así será;
un hombre de buenas acciones se volverá bueno, un hombre de malas acciones, malo;
se vuelve puro por las acciones puras, malo por las malas acciones;
Y aquí dicen que una persona se compone de deseos,
y como es su deseo, así es su voluntad;
y como es su voluntad, así es su obra;
y cualquier acción que haga, la cosechará.
La teoría del karma como causalidad sostiene que (1) las acciones ejecutadas y (2) las intenciones de un individuo le afectan a sí mismo y la vida que vive. Las acciones desinteresadas o involuntarias no tienen el mismo efecto kármico que las acciones intencionales. En el budismo, por ejemplo, las acciones que se realizan sin ninguna mala intención se consideran inexistentes en el impacto kármico o neutrales en la influencia para el individuo.
El yo o alma (atman) pasa por los ciclos del Samsara, viviendo en Maya o en el mundo de las ilusiones hasta alcanzar Moksha: liberación espiritual o la liberación final de los ciclos de reencarnación. Es la ‘identidad o unidad de Atman con Brahman’. Moksha se logra cuando el atman se libera del karma. Esto se puede alcanzar a través de tres caminos durante la vida humana; estos son dharma, artha y kama.
El Dharma busca la conducta consciente de la vida sobre la base de valores morales de honestidad, compasión y veracidad, así como la pureza del cuerpo y la mente. Es el comportamiento de una vida ética. El Dharma implica austeridad, santidad, ausencia de ira y no violencia. Las acciones, los deberes y las responsabilidades basados en el Dharma son los compromisos hacia una vida recta. Artha significa que uno debería estar trabajando para ganar suficiente riqueza a fin de lograr la libertad económica o la independencia. Kama enfatiza la necesidad de realización, de tener placeres y de disfrutar la vida. Al fin y al cabo, somos una parte del universo (o Brahman) en el juego de ‘Lila’ que busca conocerse a sí mismo a través de una experiencia terrenal.
Indistintamente de que exista o no la reencarnación o queramos alcanzar el Moksha, estos principios nos pueden ayudar a llevar una vida más consciente y a cultivar nuestra resiliencia. Nos llama a observar a nuestro alrededor, así como a nuestro interior y reflexionar sobre cómo funcionan las circunstancias de nuestra vida. En vez de buscar a los culpables de nuestras miserias y esperar que los demás cambien, tal vez esta visión nos ayude a responsabilizarnos de nuestra existencia, tomar las riendas de nuestros actos y co-crear con Dios la vida que queremos.
Pintura tradicional tibetana que muestra la rueda de la vida y los reinos del Samsara
Pero debes saber que quien está impregnado de todo este cuerpo, es indestructible. Nadie puede causar la destrucción del alma imperecedera. El alma encarnada es eterna en existencia, indestructible e infinita, solo el cuerpo material es de hecho perecedero.
– Krishna en el Bhagavad Gita, Capítulo 2 –
Quien haga una mala acción, la recompensa será una acción similar.
– Corán 40 المومن (غافر) –